Buscar este blog

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Parapente / Paracaidismo de forma controlada al máximo

El parapente (contracción de paracaídas de pendiente) es un deporte nacido, a finales del siglo XX, por la inventiva de montañeros que querían bajar volando mediante un paracaídas desde las cimas que habían ascendido.
El ala, y a veces todo el equipo, se llama así con el mismo nombre, parapente. La definición técnica sería algo así: planeador ligero flexible. Planeador porque no consta de motor y flexible porque no hay partes rígidas que compongan el ala, por lo que puede ser transportado. 
Los parapente pueden llegar a ir a velocidades máximas de 50 - 60 kilómetros/hora en competición y a velocidades mínimas en torno a los 24 km/h. Al ser un ala flexible de entre 22 y 31 m², las turbulencias y sobre todo las cizalladuras pueden producir plegadas deformando el perfil alar, perdiendo así parte de su capacidad de sustentación. 
Se trata de poder despegar, volar y aterrizar con un ala flexible por los propios medios del piloto, es decir; a pie. El ideal sería desde una ladera no muy inclinada y encarada a un viento moderado de unos 10-20 km/h.
La forma de vuelo es pendular, lo que quiere decir que el piloto tiene control directo en sólo dos de los tres planos de vuelo; alabeo (con el peso del piloto y los frenos) y cabeceo con los dos frenos simultáneamente y con el acelerador) la guiñada por lo tanto, al carecer de cola, queda fuera del control del piloto. 
La ciencia del vuelo a vela y, por consecuencia, del parapente se basa en las corrientes térmicas y en las corrientes dinámicas. Las primeras se producen al calentarse una masa de aire por conducción, es decir, por el contacto del aire sobre un suelo calentado por los rayos solares. Dicha masa de aire se dilata al elevar su temperatura y resulta más ligera que el aire circundante, por lo que comienza a elevarse en forma de burbujas o como corrientes verticales más o menos cíclicas. Esta ascensión de aire caliente, llamada térmica, es el motor utilizado por todas las aeronaves planeadoras. En el segundo caso se aprovecha la dirección ascendente del viento al salvar algún obstáculo, técnica reservada casi siempre a algunas aves de costa y al parapente. En el vuelo térmico, la destreza está en centrar bien el canal ascendente para obtener la máxima velocidad de ascenso pero perdiendo la menor altura posible en el giro.
        
   


No hay comentarios:

Publicar un comentario